Antes de la llegada de los dispositivos móviles, la vida cotidiana fluía de una manera diferente, las reuniones entre amigos, familiares o equipos de trabajo eran más frecuentes y presenciales. Con la aparición de la televisión, teléfono móvil, ordenador, tableta… Suma y sigue. En la mayoría de los casos, no somos conscientes de lo perjudiciales que pueden llegar a ser a consecuencia de su uso y abuso prolongado.
También se habla de que la tecnología cada vez se vincula más a la ansiedad, la depresión y la distorsión de la imagen corporal, y hasta ya existe un diagnóstico: el trastorno de adicción a internet.
- Eliminar aplicaciones del móvil como Facebook, WhatsApp o Instagram, eso hará que no tengas la necesidad de mirar el smartphone 150 veces al día por si tienes alguna notificación.
- Ubicarnos en un espacio libre de cualquier tipo de dispositivo digital para que no interrumpa nuestras actividades personales o profesionales, en la mayoría de los casos mucho más importantes y/o gratificantes.
- Apagar el móvil o ponerlo en modo avión, cuando normalmente es el ‘principal problema’ y al que solemos estar más enganchados, al menos unas horas, y/o consultarlo únicamente para ver mensajes o llamadas importantes.
- Anunciar vía redes o comunicar a los seres queridos con los que tenemos más contacto que estaremos desconectados. Así será más fácil cortar. Lo más probable es que no te ‘molesten’ en ese periodo, salvo emergencias.
- Configurar el mensaje de ausente en el correo electrónico del trabajo. De esta manera dejarás claro que no estás disponible y no te molestarán más.
- Hacerte con un buen despertador que sustituya al móvil. Porque sí, los despertadores al uso siguen existiendo…
- Dejar el cargador en casa. Cuando se acabe la batería, se acabó.
- Poner reglas con tu familia, pareja o compañeros de piso. por ejemplo, que mientras se esté en la mesa comiendo, nadie puede tener el móvil u otro dispositivo encima o al lado.